lunes, 25 de octubre de 2010

El Hombre excelente honra y prioriza a Dios

Cuando Dios nos toma a nosotros, es para llevarnos a un lugar mucho más grande, para que cumplamos nuestro propósito. Cuando nos saca de un lugar, es para llevarnos a algo más grande.

Igual que con Abraham, a quien Dios sacó de donde estaba y lo llevó hacia su bendición. Somos extranjeros, no planees para el tiempo, sino para la eternidad. Proyéctate hacia la eternidad, no te apegues a las cosas de la tierra porque no te pueden dar seguridad.

Cuando nos agarramos a Dios, no estamos aferrados a nada, ni a nosotros mismos, porque nuestra proyección va más allá del tiempo. Así Dios puede vernos como personas excelentes.

Dios tomó a David del redil de las ovejas. Cuando atendemos y hacemos discípulos, cuando gobernamos en la casa, ahí aprendemos a gobernar primeramente. Los varones tienen que aprender a amar a sus esposas y sus hijos, cubrirles, instruírles Así somos entrenados por Dios para gobernar luego el universo. Tenemos que hacer discípulos de todas las naciones, dice Mateo 28:19 y desde Paraguay lo vamos a hacer.

Hay que obedecer, porque desde ahí Dios nos toma, cuando hacemos discípulos y estamos dando de comer a la gente. Dios le dijo a Pedro que apacentara a sus ovejas. A David, primero le dijo que apacentara a su pueblo Israel.

Si queremos que Dios nos vea, hagámonos invisibles. Dios le tomó a David de detrás de las ovejas. Así Dios vio a David como un hombre excelente.

Cuando parece que nadie te ve, Dios te está viendo. En el liderazgo de células, muchas veces no te ven, pero Dios te está viendo y te bendice.

El liderazgo de David siempre salió de atrás, porque él estaba sirviendo. Aprendamos a servir. Dios le proclamó así a David que le haría gran nombre en toda la tierra.

La presencia de Dios no es solo para los domingos. El está interesado en que le reconozcamos hasta cuando nos vamos al baño, cuando comemos. Hay que reconocer la bendición y ser agradecidos.

En la medida en que medimos, seremos medidos. Si reconocemos a Dios, El nos reconocerá.

“…y he estado contigo en todo cuanto has andado,  y he cortado a todos tus enemigos de delante de ti,  y te haré gran nombre,  como el nombre de los grandes en la tierra”
(1 Crónicas 17:8)

¿Qué fue lo que llevó a David al Reino? ¿Un título, un apellido, un coeficiente? No, sino que Dios estaba con él en todo lo que el hizo.

Si nuestro liderazgo va a ser seguro, tiene que ser porque Dios está con nosotros, no por nuestra habilidad. Solo así podremos someter al diablo, con el poder de Dios. No impresionando con nuestros talentos.

Muchas veces tenemos vergüenza de Dios. La vergüenza produce esterilidad, como Mical la hija de Saúl. Pablo decía que no se avergonzaba del evangelio porque es poder de Dios (Romanos 1:16). El conmovía ciudades y todo lugar al que iba con el poder de Dios.

Tenemos que reconocer a Dios delante de la gente, así el nos va a reconocer frente a los principados, demonios y la nube de testigos en el cielo. El no tiene vergüenza de nosotros. Con la medida con que midamos, seremos medidos por Dios.

Dios cortó a todos los enemigos de David. Así Dios también corta a nuestros enemigos, a las enfermedades, al diablo que se levanta contra nosotros. Nuestra lucha no es contra carne ni sangre, sino contra principados, huestes y principados. Dios es quien tiene que cortar la cabeza de nuestros enemigos.

La gente se levanta muchas veces y hace cualquier cosa antes que buscar el rostro de Dios. Prioricemos a Dios en nuestras vidas. Nunca salgas de tu casa sin haber visto primero el rostro de Dios.

“Me hallan los que temprano me buscan” dice Proverbios 8:17. “Temprano” habla de prioridad.

Hay que priorizar a Dios en todo. Si le dejamos a Dios lo último, lo último será también lo que recibiremos. Si queremos la gracia, el favor y la bendición de Dios, hay que buscar primero el rostro de Dios. Para que nuestro liderazgo vaya bien y Dios corte la cabeza de nuestros enemigos, debemos priorizar a Dios.

Así somos más que vencedores, porque El derrota a nuestros enemigos. Dios está con nosotros en la medida en que lo reconocemos en todo tiempo. La medida en que reconozco a Dios, es la medida en que Él se manifiesta en mi vida.

1 comentario:

  1. La certeza de nuestras vidas es que la Palabra de Dios siempre se cumple en nosotros. A El no le importa de onde venimo, lo que hicimos, lo que pensabamos. Pobres o ricos, blancos, negros o cualquier raza, Dios elige el hombre para que pueda no solamente disfrutar de la vida, pero cumplir sus propósitos en la face de la tierra. Bendiciones desde Brasil
    Pr. Marcos Paiva - www.novavidaniteroi.org.br - www.marcosdepaiva.blogspot.com

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