domingo, 26 de febrero de 2012

Principios para la prosperidad de Dios

Para recibir revelación de Dios, tenemos que estar cerca de la fuente, que es su Palabra. Dios hace una diferencia a favor de los que le buscan con todo su corazón. Es como una hija que sale a caminar con su Papá, y éste le cuenta todo lo que tiene y lo que hace, porque la hija se acercaba al Padre. Así tiene que ser nuestra relación con Dios. Los que buscan a Dios van a encontrarle.

Compartiremos ahora principios que encontramos en la Palabra de Dios para ser prosperados y bendecidos:


1-ROMPIMIENTO

“En esto, juntándose por millares la multitud, tanto que unos a otros se atropellaban, comenzó a decir a sus discípulos, primeramente: Guardaos de la levadura de los fariseos…” (Lucas 12:1)

Jesús demanda de nosotros que lleguemos a un extremo de adoración, así como Él llegó a un extremo de dar su vida por nosotros. Nosotros tenemos que morir a nosotros mismos para tener una relación con Él.
Tiene que haber un rompimiento en nuestras vidas. Jesús nos enseña que nos guardemos de la levadura de los fariseos, que enseñaban algo que no hacían, vivían una vida holgada mientras predicaban el sacrificio.
Tenemos que tener un rompimiento de la estructura que nos aleja del propósito de Dios. En los tiempos de Jesús, los sacerdotes se sentían que eran todo y estaban orgullosos de los que tenían; sin embargo, setenta años más tarde, Jerusalén y todo el Templo fueron destruidos. Esa estructura siempre nos procura alejar del propósito de Dios.
Hay personas que cuando conocieron a Cristo, recibieron presión de sus familias que les hicieron arrodillarse frente a una estatua y a los religiosos. Pero tenemos provocar ese rompimiento, que no es fácil, y optar por Cristo.
Para muchos, su rompimiento puede ser con el sistema religioso, para otros, con el status social. Nuestro corazón no puede estar dividido, tiene que haber un rompimiento donde tenemos que dejar cosas, que la gente no entiende. Pero lo que Dios tiene preparado para nosotros son cosas grandes que ojo no vio ni oído oyó ni subió a corazón de hombre.


2-DESTINO Y VALORACIÓN

“Mas os digo, amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, y después nada más pueden hacer. Pero os enseñaré a quién debéis temer: Temed a aquel que después de haber quitado la vida, tiene poder de echar en el infierno; sí, os digo, a éste temed” (Lucas 12:4-5)

No debes temer a la que gente que te estira y te presiona para que no sigas a Cristo. Ya deberíamos anhelar nosotros la pasión de la gente que va a la cancha a alentar a sus clubes.
La Biblia nos enseña que no debemos temer a la influencia del maligno ni del mundo, sino solamente a Dios. El diablo no es quien tiene poder para enviarnos al infierno, sino solamente Dios.
El infierno existe aunque muchos lo nieguen, pero si te agarrás de Dios y de su Palabra, el cielo incluso viene a la tierra, lo cual está determinado por tu obediencia.
Dios nunca se olvida de vos, Dios nos conoce, sabe hasta cuántos cabellos tenemos en la cabeza, y está interesado en nuestras vidas, en tener intimidad con nosotros.

3-DEFINICIÓN

“Os digo que todo aquel que me confesare delante de los hombres, también el Hijo del Hombre le confesará delante de los ángeles de Dios; mas el que me negare delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios” (Lucas 12:8-9)

La Biblia enseña que si le negamos a Dios, Él también nos negará. Muchas veces, las personas niegan su conversión o tienen vergüenza de hacerla pública. En Romanos 1:16, dice: “Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego”.
Existen muchos cristianos “submarinos”, que vienen a la iglesia los domingo y el lunes se esconden en sus trabajos.
Cuando no nos avergonzamos del Evangelio, Dios tampoco se avergüenza de nosotros, y envía a sus ángeles para ministrarnos (Hebreos 1:14).
Si pudiéramos ver el mundo espiritual, veríamos que son más los que están con nosotros que los que están contra nosotros. Hay ángeles de Dios guardando nuestras vidas, y no tenemos que vivir en temor.
No tengamos temor de que la gente sepa que somos hijos de Dios, y el motivo por el cual somos íntegros.
Cuando nos definimos por Dios, la gente reconoce que Él está en nuestras vidas.


4-PRIORIDAD

“Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee” (Lucas 12:15)

Debemos dejar de estar aferrados a las cosas de este mundo, sino que debemos soltar nuestro corazón de la herencia humana y dejar de pelearnos por lo de la tierra, porque Dios tiene mucho más para nosotros.
La Biblia enseña que al que me maldice, Dios le maldice, y al que me bendice, Dios le bendice.
Hay personas que ponen toda su confianza en el dinero, como el hombre de la parábola de Lucas 12:16-20, que se sentía satisfecho y seguro por las riquezas que tenía. Dios demanda de nosotros ser ricos para con Él, ser nuestra prioridad, y que nunca nos acerquemos a Él con las manos vacías. Siempre tenemos algo para darle al Señor.
Nuestro corazón tiene que un rompimiento, no estar amarrados a nada, sino solamente a Dios.


5-ENFOQUE

“Vosotros, pues, no os preocupéis por lo que habéis de comer, ni por lo que habéis de beber, ni estéis en ansiosa inquietud. Porque todas estas cosas buscan las gentes del mundo; pero vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de estas cosas. Mas buscad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas” (Lucas 12:29-31)

Jesús enseñó que no nos afanemos por las cosas materiales y que consideremos a los cuervos y a los lirios del campo, cómo Dios les provee y les hermosea. Tenemos un Padre que conoce nuestras necesidades y se ocupa de ellas, pero tenemos que estar en su Casa. El Salmo 91 enseña que el que habita al abrigo del Altísimo, morará bajo la sombra del Omnipotente. Si estamos en Casa con Dios, Él asume con nosotros la responsabilidad de que habla la Palabra, de proveer todas nuestras necesidades.
Eso requiere un nivel de fe, tan solo como un grano de mostaza.
Necesitamos confiar en Dios, pero nuestra confianza se desarrolla a través de nuestra relación con Dios, que es Papá y Mamá para nosotros. El se hace responsable de nuestras necesidades, pero debemos habitar en Él.
No nos afanemos por las necesidades, eso hace la gente del mundo. Busquemos el Reino de Dios y su justicia, y lo restante serán añadidura que nos vendrá.


Prédica del Domingo 08/01/2012 P.M. – Pr. Emilio Abreu