miércoles, 9 de noviembre de 2011

Preparando el Corazón para el Reposo. Parte3

El corazón, en Proverbios 2:2 dice

2 Haciendo estar atento tu oído a la sabiduría;
    Si inclinares tu corazón a la prudencia,
Proverbios 2:2

Es lo que ellos no hicieron, entonces mi corazón tiene que estar dispuesto a entender. A los que no entendieron, el maligno viene y le roba la Palabra, y aquellos que no entendieron, son los que no dispusieron su corazón a entender, porque entramos con una actitud negativa, porque me enojé con fulano, porque me peleé con él, mi suegra no me saludó, a mi marido no le gustó el almuerzo. Cualquier cosa en la que tu corazón está descompuesto ahora, no te permite inclinar tu oído para recibir, para entender.
En Proverbios 2:10 dice

10 Cuando la sabiduría entrare en tu corazón,
    Y la ciencia fuere grata a tu alma,
Proverbios 2:10

Tenemos que abrir la puerta de nuestro corazón, para que entre la sabiduría en el corazón, y eso es lo que ellos no hicieron, porque sus corazones eran vagos, ¿usted conoce algún vago que se graduó? No, los vagos no se gradúan, porque constantemente pierden sus clases. Hay creyentes vagos, porque se van de vez en cuando al culto, leen de vez en cuando la Biblia. El Señor le dice: “si oyes la voz del Espíritu Santo hoy, no endurezcan sus corazones, no anden con un corazón vago”, hay que preparar el corazón para entender.

1 Hijo mío, no te olvides de mi ley,
    Y tu corazón guarde mis mandamientos;
Proverbios 3:1

Tiene que haber un corazón obediente, pero a los vagos les cuesta obedecer, cuántas personas por ejemplo, les dicen a su hijo que vengan a estudiar, pero ese hijo, en lugar de ir a estudiar, sale del colegio con sus compañeros y se van directamente a otro lado, no a estudiar; eso es porque tiene un corazón vago. Pero hay oportunidad para los vagos, porque los corazones vagos tienen que arrepentirse, tienen que sujetarse y decidir obedecer la voz de Dios, porque dice: “Si oyereis hoy mi voz, no endurezcáis vuestros corazones”, porque Dios es un Dios de oportunidades. Ellos endurecieron su corazón y anduvieron vagando, y dieron vueltas durante 40 años en el desierto, y andaban vagando aún viendo la gloria de Dios, estando en la presencia de Dios. Muchos de nosotros, también vimos la gloria de Dios, y nos olvidamos, y después dejamos de comprometernos, y por cualquier cosita que nos ocurre, dejamos de asistir a la iglesia, dejamos de orar, dejamos de leer la Biblia, y nos enojamos con Dios como si fuera que es Su culpa, y no es culpa de Dios. El pueblo de Israel le echaba la culpa a Dios, y ellos eran los culpables, porque tenían un corazón vago.

En Proverbios 3:3-4 nos dice

3 Nunca se aparten de ti la misericordia y la verdad;
    átalas a tu cuello,
    Escríbelas en la tabla de tu corazón;
 4 Y hallarás gracia y buena opinión
    Ante los ojos de Dios y de los hombres.
Proverbios 3:3

Escribir en la tabla de tu corazón, quiere decir aprender a poner la Palabra en tu corazón, atesorar la Palabra, quiere decir entender que cuando escuchas, y lees la Biblia, no estás leyendo un diario, no estás leyendo una revista, estás leyendo la Palabra de Dios; es como que Dios te está hablando y vos estás prestando mucha atención, estás tratando de entender, le pedís al Espíritu Santo que te enseñe, entonces Dios dice: "ahí hay alguien que presta atención, hay alguien a quien no le estoy hablando en vano, entonces mi gracia está ahí, tengo buena opinión de él, y ahora yo le voy a dar mi respaldo delante de los hombres”. Éste es el corazón que tenemos que tener, para que todo se pueda producir en tu vida, del resultado que estás anhelando querer, pero no si andamos vagando. Si somos cristianos, hijos de Dios, entonces finalmente, en el octavo proverbio, ya cambia, ya no es: “hijo mío”, sino: “hijo sabio”, porque el hijo se corrigió, y la sabiduría es la aplicación de la Palabra en su vida, es aplicar conocimiento correctamente, ponerla en práctica.

Dice en Proverbios 4:23

23 Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón;
    Porque de él mana la vida
Proverbios 4:23

El corazón hay que constantemente guardarlo, porque si se endurece por cualquier cosita, si me peleo con el hermano de la célula, si me peleo porque alguien no me dejó sentarme en la iglesia, no me recibió, y me dice que me vaya al otro piso, yo agarro y digo: “¡no me voy a ir más a la iglesia, porque no entienden que no puedo subir! ¡Porque el ujier no me atendió bien!”.
Cuando nosotros tenemos un roce con alguien, ese roce puede endurecer tu corazón, entonces todos los días, cuando llegaste a tu casa, pone tu corazón en remojo, y dígale: “Señor, te pido perdón, le perdono a mi suegra, le perdono a mi esposo o esposa, le perdono a todos”, entonces vos te vas y te acostas, y estás con un corazón limpio, para ser ministrado por el Espíritu Santo, y cuando te levantas al día siguiente, ya estás 0 kilómetros.

Si no arreglas todos los días tu corazón, no guardas tu corazón, del cual sale la vida, así es cuando tu corazón se va a ir endureciendo de a poquito, una cosita que no solucionaste con tu esposo o tu esposa, una cosita que no solucionaste con tu hermano o tu hermana, va endureciendo el corazón, y de pronto, tienes un corazón duro, y Dios no puedo obrar en un corazón duro.


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